Uno de los retos más grandes para nuestra imaginación y nuestra escritura, es lograr contar, de una manera creíble, una anécdota ya sea real o ficticia y que esta guste a nuestros lectores. Aprender cómo hacer un cuento es cuestión de pericia y observación. Nos daremos cuenta de ello al momento de la escritura, pues necesitaremos hacer uso de recursos necesarios que hallaremos en muchos lugares de nuestra realidad.
Definición de cuento.
El diccionario de la Real Academia en línea nos da las siguientes definiciones de cuento:
Otras definiciones buscan encasillar al cuento, para diferenciarlo de la novela, en una categoría basada en el determinado número de palabras que éste utiliza, enfocándose sólo en la extensión, y no en otras características narrativas. Y es verdad, de pronto se diluye la línea que divide los géneros en la literatura y la novela podría catalogarse como un cuento largo; y el cuento largo, como una novela corta. Acerca de esto último que mencionamos, Julio Cortázar, en Aspectos del cuento, dice que:
Cómo hacer un cuento: elección de temas.
Si queremos aprender cómo hacer un cuento, observaremos que, al igual que el ensayo u otros géneros literario, tendremos que elegir un tema antes de comenzar nuestra escritura. Para elegir temas podemos mirar alrededor y pensar en situaciones que han llamado nuestra atención. Un lugar plagado de temas sería la zona de los “hubiera” que nos pasan por la cabeza tan a menudo, a pesar que “no existen”. Pensar, por ejemplo, qué habría pasado si no hubiera terminado con tal novia, si mi perro no se hubiera comido la tarea o mi mamá no hubiera llegado tal día hasta el salón de clases para entregarme el desayuno. En este sentido, el “hubiera” es el pivote de la realidad que nos enlaza con el mundo de la ficción al pensar en lo que “habría sucedido” si tal o cuál suceso se hubiese concretado.
Julio Cortázar, en el texto citado anteriormente, nos dice que:
Otro lugar al que podemos recurrir en busca de buenos temas para cuentos son los sueños, a pesar de que a veces recordamos sólo una parte de ellos. Existe una tradición milenaria de inspiración onírica, y a veces un simple suceso, aunque parezca pequeño, puede ser tremendamente impactante y lo podemos usar como guía para desarrollar nuestro cuento. Un ejemplo de ello sería, en medio del sueño, sin esperarlo, voltear al cielo y divisar una catedral que flota sobre las nubes. Nos podemos agarrar de esta imagen impactante para desarrollar el argumento que dará vida a nuestro cuento. Pero, si solamente es esto lo que recordamos ¿Cómo hacer un cuento a partir de una sola imagen? Es simple. Tratemos de imaginar qué hay allá arriba en esa catedral, porqué está elevada, quién la erigió, cuánto tiempo tiene en el cielo, si el viento la traslada de un lugar a otro, o si de allí nace el viento, etc.
Debemos recordar que el cuento es uno de los géneros literarios más libres que existen, en el sentido de los temas que puede tratar, y otorga una casi infinita libertad a los escritores. Sin embargo, otra cosa que debemos tomar muy en cuenta y que ya lo dijeron los griegos hace miles de años, es que todos los temas ya fueron tratados. Pero no nos desanimemos en este sentido, ya que lo que importa en un cuento es la forma de tratar el tema que hayamos elegido. Eso es lo que hace la diferencia a la hora de escribir y lo que no debemos olvidar cuando al aprender cómo hacer un cuento.
Partes del cuento:
El cuento se divide en tres partes según la mayoría de los autores, que son: introducción o inicio, desarrollo o nudo, y desenlace, conclusión o final. Las definiciones de cada una de estas partes dadas por Wikipedia son:
Ahora bien, pasemos a ejemplificar con un cuento breve para esclarecer las definiciones que ya tenemos acerca de cada una de las partes que conforman un cuento. Citemos el cuento “El burro y la flauta” de Augusto Monterroso, escritor del cuento más corto del mundo:
Cómo hacer un cuento: elementos principales.
Siguiendo el texto «Teoría del cuento desde Hispanoamérica«, de Pablo A. J. Brescia, encontramos que para Horacio Quiroga, cuentista uruguayo nacido en 1878:
Y más delante nos dice Brescia, siguiendo a Julio Cortázar, que:
El tipo de narrativa que podemos utilizar en nuestro cuento puede ser en primera, segunda o tercera persona, teniendo características distintivas cada una de ellas.
La narración en primera persona es cuando la historia la conocemos de boca de uno de los personajes, por ejemplo: “Hace mucho tiempo decidí que no volvería a tener un caballo, sin embargo, Ulises llegó de la nada, apareció frente a mí como un fantasma en medio del llano, como la tierra que levanta un viento bravo…” Este tipo de narración impide que el personaje narrador conozca la totalidad de los hechos que suceden a su alrededor y, por tanto, limita su visión de mundo. No es un narrador omnisciente.
La narración en segunda persona permite al lector adentrarse más en la historia, pues lo ubica dentro de ella como si fuese un personaje, por ejemplo: “Al abrir la puerta te diste cuenta que el cadáver de Jimena ya no estaba. Pero nadie, según tú, había entrado a la casa por la noche. Recorriste la casa entera para ver a dónde había ido, y encontraste la puerta de su cuarto cerrada con llave. No te atrevías a tocar… anoche estaba tan muerta…” Este tipo de narración tampoco permite que el narrador sea omnisciente, pues esclarecería prontamente la intriga que se desenvuelve alrededor del lector personaje y no gozaría del mismo impacto.
La narración en tercera persona es aquella en la que el narrador se encuentra en un plano distinto al que sucede la historia. O bien, puede estar en el mismo plano, pero se encuentra separado de los personajes, lo que permite verlos y analizarlos sin que ellos se den cuenta, a menos que el escritor así lo quiera. Debemos recordar que el cuento tiene posibilidades casi infinitas. Un ejemplo de este tipo de narrador sería: “Mamá abrió el empaque de galletas, pensando que todavía quedaría alguna, pero cuál sería su sorpresa al ver que no había galletas dentro, sino las cartas que le escribí a mi hermano, día con día, desde que su muerte nos enmudeció a todos. Lloró toda la noche, y las noches siguientes, ocultándose de mí”.
Bien, ahora que hemos aprendido cómo hacer un cuento, solamente queda ponernos a escribir y practicar lo más posible para que nuestros cuentos logren atrapar al lector y reflejar lo que en verdad quisimos decir. Es recomendable leer mucho, ya que cuando uno lee, aparte de entretenerse un rato y echar a volar la imaginación, uno aprende de las estructuras diversos modos de relatar un suceso. Si tienen alguna duda, no olviden escribirla abajo en los comentarios y haré lo posible por ayudarlos en este camino de la escritura.